Los videojuegos han superado ya las barreras del género, edad o clase social. Madres de familia, universitarios, niños y niñas o directivos de empresa, disfrutan de un hobby “para todos los públicos”. Desgraciadamente, ese añadido tan usado no es ni mucho menos real. ¿Están pensados e ideados los videojuegos para todos los públicos?
Rotundamente, no. Al igual que sucede en muchos otros aspectos, muchas de las personas que padecen una minusvalía motriz ven en los videojuegos una barrera infranqueable y cercana a la vez. Lo que en teoría (por su funcionamiento y requisitos físicos) debería ser una fuente de diversión y distracción, se convierte en una meta imbatible a escasos centímetros de sus manos. Sencillamente, miles de personas no pueden acceder a los videojuegos por la nula accesibilidad de sus controles.