En estos días en que nuestro enorme Pau Gasol se ha hecho con su segundo anillo de la NBA pocos somos los que recordamos al primer deportista español que tuvo el privilegio de jugar en la mayor liga de baloncesto del mundo: el madrileño Fernando Martín. En 1986 este jugador del Real Madrid abandonaba la disciplina blanca para pasar a formar parte de la plantilla de los Portland Trail Blazers. Su carrera en los USA no fue muy fructífera ya que debido en gran parte a las lesiones, solo militó por un año en esta competición para volver posteriormente a su club de toda la vida.
Aún así, en un tiempo en el que ningún europeo se paseaba por las canchas americanas –no olvidemos que fue el segundo en hacerlo-, se forjó un aura de leyenda en torno al pivot madrileño. De hecho, tras su fallecimiento en accidente de tráfico en 1989 nunca jamás nadie ha vuelto a usar el dorsal número 10 en el Real Madrid de baloncesto.
Visto todo esto, a nadie le sorprenderá que la entonces extraordinariamente prolífica industria del videojuego en España se hiciese eco de las virtudes de semejante jugador, y gracias al buen hacer de los hermanos Julio y Gonzalo Martín pudiéramos disfrutar de la publicación bajo el sello de Dinamic en 1987 del mejor videojuego sobre el deporte de la canasta de la época: Fernando Martin Basket Master.
En este pequeño homenaje a esta obra lúdica me voy a referir exclusivamente a la versión que jugué hasta la extenuidad en su día y a la que aún hoy retorno con bastante regularidad: la de Spectrum 48 k.
Para los que proceden de la generación Playstation o incluso para los que empezaban a crecer en los salones recreativos de comienzos de los 90 este título puede no moverles la fibra sensible pero los que tuvimos la suerte de poseer un ordenador de 8 bits a finales de los 80 vimos en este juego la respuesta a nuestra sed de basket pixelado. Adoptando la perspectiva de competición uno contra uno, tenemos en el juego la difícil tarea de vencer al mismísimo Fernando Martín en un cara a cara inevitablemente desequilibrado. Y es que vencer a semejante portento de la naturaleza en su mejor momento de gloria se antojaba cuando menos difícil. A pesar de que el juego nos ofrecía tres niveles de dificultad bien ponderados –novato, amateur y NBA-, y la posibilidad de redefinir las teclas adoptando una configuración al gusto de cada uno –esas míticas O,P,Q,A,SPACE-, el juego es duro siempre que se juegue de forma honesta. Si tiramos por la vía fácil resulta muy simple derrotar al rival forzando una personal en ataque de este cuando se dispone a ejecutar un mate –técnica tan simple como efectiva-. Esto unido al hecho de que solo existe la posibilidad de jugar partidos sueltos deriva en que la mejor forma de disfrutar el juego sea en duelos contra un jugador humano. Ahí el pique puede alcanzar cotas antológicas y derivar en tardes de vicio interminable.
El control del juego es profundo y efectivo, las cuatro teclas direccionales y el botón de acción nos muestran una combinación de posibilidades rica y compleja, pero siempre intuitiva. Existe la posibilidad, para driblar al atacante en su presión, de ocultar el balón pulsando a la vez una tecla de dirección y el botón de acción, algo que resulta complejo en los primeros encuentros pero que a la larga resulta una decisión excelente en lo jugable. Una vez superado al rival el camino hacia la canasta no es sencillo ya que Fernando será más rápido que tú cuando tengas la posesión del balón por lo que en tu carrera hacia el aro tendrás que evitar que se ponga a tu altura y te robe la posesión con solo pulsar el botón de acción cuando se muestre el símbolo de la pelota en su marcador particular. Una vez frente a la canasta se pueden ejecutar tiros de 3 puntos o de 2 pulsando el botón de acción para elevar al jugador en el aire y una vez más -preferiblemente en lo más alto del salto- para lanzar a canasta. Pero si la acción se disputa directamente bajo el aro con una sola pulsación del botón de acción nuestro jugador se adornará con un espectacular mate –diferente en cada una de las 4 direcciones posibles en las que afronte la jugada-, que dará paso a la consiguiente repetición a cámara lenta tirando de zoom –imagínense el brutal pixelado resultante-, de la jugada, sin olvidar la “R” titilante en el extremo superior derecho de la imagen como si de una retrasmisión televisiva de la época se tratara. En todo este desarrollo el jugador puede incurrir, además de en falta personal, en otras penalizaciones del juego como el campo atrás, los dobles o simplemente el salirse fuera de la cancha. Si un jugador comete falta personal, el contrario se dispone a lanzar dos tiros libres –siempre que anote el primero de ellos-. Con 5 personales el jugador perderá el partido –según dictaban las reglas de la época- detalle que, como ya he dicho con anterioridad, provocaba el único lastre del programa ya que completar las dos partes de 5 minutos se convertía en una hazaña casi irrealizable tanto para uno mismo como para el rival. En cualquier caso lo que no faltaba al final de cada encuentro era un completo despliegue de estadísticas típicas del deporte emulado como el número de rebotes, los porcentajes de tiro o las personales cometidas.
Un apartado gráfico detallado que mostraba una cancha de baloncesto con espectadores que incluso aplaudían al completar satisfactoriamente una jugada de ataque, y unos jugadores bien definidos, además de un completo marcador en la parte inferior donde destacaba el medidor de resistencia que marcaba el cansancio de los deportistas, unido a las ya comentadas repeticiones en cámara lenta daban como resultado un despliegue espectacular en el año de publicación del juego. En el apartado musical hay que hacer referencia obligada a la ramplona melodía de la pantalla del menú principal que hace que se ericen los pelos de pura nostalgia cada vez que la volvemos a escuchar.
En definitiva, un título genial, lleno de magia y buen hacer, muestra de un trabajo maravilloso con unas posibilidades limitadísimas. No volví a jugar a algo tan adictivo hasta la llegada a los salones recreativos de la coin ‘up de Midway NBA JAM en el año 1993.
Valga este Remember the Game para hacer justo homenaje a las compañías de software español de la llamada edad de oro y, por supuesto, para honrar la memoria de un enorme deportista español que abrió el camino al otro lado del Atlántico a otros grandes deportistas del baloncesto patrio.
Web del autor: The Videogame Culture
Grandísimo ese Fernando Martín Basket Master!!!!!
Este título es uno de los mejores exponentes de la increible calidad e imaginación de la industria española por aquel entonces. Que tardes nos pegamos mi primo y yo de piques con esta maravilla…
Excelente artículo Holdy, Salu2!
Gracias compañero! Lo cierto es que este es uno de esos juegos que se ha cobrado muchas tardes de muchos gamers de la vieja escuela.