Hace no muchas fechas fue lanzado oficialmente un emulador de Spectrum llamado Spectaculator, en su versión 7.50. Aparte de ser sin duda el mejor emulador se Spectrum (es de pago) incorpora una nueva prestación consistente en que permite “visualizar” las imágenes como si las viéramos en un televisor de tubo de la época, con una fidelidad perturbadora.
Aún recuerdo la primera vez que vi el Z80, emulador de Spectrum de MSDOS , y esas pantallas pixeladas, mostrando ni más ni menos lo que el Spectrum ofrecía sin mediar filtros, sin trampas, en realidad con toda su calidad. Lo mismo ocurre, si no aplicamos filtros, a todos los emuladores y muy en especial a los de sistemas de 8 o 16 bits.
Cuando conectamos una SNES a una televisión LCD con un buen cable percibimos la imagen de este modo, con los píxeles en toda su definición. Y aquí viene lo interesante: a la inmensa mayoría de usuarios les horroriza. Opinan que se ve “mal”. Y los antiguos poseedores del Spectrum quedan encantados con el nuevo filtro del Spectaculator.
No sólo existe nostalgia por los sistemas antiguos, sino por CÓMO los veíamos.
Siempre he reflexionado mucho acerca de que el sistema de visualización de los videojuegos son como los neumáticos de los coches: al final todo pasa por ahí. La experiencia del videojuego depende de manera dramática de cómo los juguemos, de cómo los veamos, de cómo los oigamos. En la época del Spectrum no tuve una pequeña televisión a color hasta muy avanzado los 80, y por eso, para hacer más agradable al experiencia, muchos emuladores incorporan la posibilidad de imitar no sólo los famosos “scanlines” sino ofrecer una imitación de una televisión de blanco y negro. Cuando tuve la primera televisión a color directamente flipé: deseé volver a jugar cada programa y disfrutar de este modo de todo lo que podían ofrecerme y que me perdí por el camino.
Algo similar me pasa cada vez que adquiero una nueva televisión, un nuevo monitor, una nueva tarjeta gráfica. Ese Call of Duty que me daba tantos tirones, ¿cómo será ahora? El avance tecnológico en imagen también ofrece nuevas experiencias a la hora de disfrutar del mismo juego.
Y cuando tenemos un fastuoso televisor LED y probamos una SNES con cable RGB que nos da una calidad semejante a la de un emulador sin filtros… queremos que se vea peor. Porque queremos verlo igual que hacíamos con nuestra televisión de tubo, que disimulaba más los píxeles a pesar de su peor calidad y de quemarnos los ojos con su bombardeo de radiaciones. Tenemos nostalgia de cómo veíamos aquellos antiguos juegos porque esa visión es inseparable de la propia consola y forman parte de la experiencia que recordamos y añoramos.
Sin embargo creo que es positivo cambiar de mentalidad: ahora vemos los sistemas tal y como son, con todo lo que nos ofrecen, con sus resoluciones de verdad. Y gracias a Dios los emuladores nos permiten jugar con estos filtros, interpolar y disfrutar de los juegos como buenamente nos dé la gana. ¿Qué sentido tiene volvernos ahora masoquistas y ver las cosas “peor” de nuevo, cuando de niños rezábamos por tener una pantalla mejor? Redescubramos nuevamente aquellos juegos antiguos desde otra perspectiva, y adoremos al verdadero Rey que todos amamos en el fondo: el PIXEL. Aunque sean grandes como garbanzos.
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