Estamos en 1984 y el Spectrum está generando no sólo sus primeros resultados económicos destacables sino también la primera hornada de juegos verdaderamente notables. Hay grandes compañías que ya se perfilan como líderes del sector, entre ellas Ocean que se come literalmente a otras firmas con problemas financieros como Imagine. Junto con Ocean, U.S. Gold comienza a tomar posiciones, y no siempre con la calidad por bandera.
Por otro lado, en aquella época existía una fascinación por las artes marciales (sobre todo Judo y Karate), que estaban muy de moda. Triunfaban películas como Karate Kid, los papás llevaban a sus niños a clases para que pudieran fardar de cinturones de colorines además de romper alguna que otra nariz, y los juegos temáticos empezaban a florecer en arcades y ordenadores. Bruce Lee era una figura mediática y mitificada por su prematuro fallecimiento pero no es menos cierto que su repercusión en los 80 no era tan fuerte como en la década anterior. No obstante, US Gold y Ocean pensaron que podían colaborar conjuntamente para ofrecer un videojuego dedicado al carismático actor y luchador.
¿Ocean como desarrollador y US Gold como distribuidor? ¿Y con una licencia mediática de por medio? En condiciones normales esto sería sinónimo de truño al canto porque ninguna de las dos firmas se distinguían por ofrecer siempre lo mejor, y menos si hay películas o series de por medio, pero en esta ocasión las dos grandes compañías demostraron que sí, que se podía hacer un truño, pero con más estilo del habitual.
Nuestro objetivo en este juego será manejar a Bruce Lee antes de su muerte (porque parece que está vivo) y movernos por unas 20 pantallas recogiendo farolillos por doquier. Lo primero será recoger los de la superficie (un escenario ambientado en un templo oriental con montañitas bucólicas de fondo) para acceder así a un misterioso mundo subterráneo y conseguir llegar hasta el malo final, un poderoso mago. No todo será un paseo, aunque el juego es de esos facilones: en cada pantalla un ninja y un luchador de sumo nos perseguirán sin descanso como moscas cojoneras con el sano fin de enviarnos a criar malvas. Afortunadamente somos cinturón amarillo de kárate, y lo digo porque Bruce Lee sólo sabía por aquel entonces pegar un puñetazo y una patada. Olvidaos de combos mortales, de fatalities o de mejorar vuestras habilidades con la Espada de Kratos, aquí hablamos de jugabilidad Spectrum 100%: pulsa botón, pega piñazo.
Bruce Lee no es un mal juego, no me entendáis mal, pero sin duda de benefició de un momento en el que los aires le eran propicios, y su planteamiento divertido caló muy hondo en los usuarios de entonces, que no habían probado un juego similar. Hablamos de un programa dotado de unos gráficos bastante pobres, de un planteamiento un tanto simplón pero que ofrecía una rapidez y agilidad de movimientos muy dinámica, lo que redundaba al final en frenetismo y diversión. Digamos que era un Manic Miner con esteroides. Bruce Lee tenía además un aspecto original muy logrado: el multijugador. Tanto podíamos adoptar el papel del protagonista alternándonos entre varios jugadores, o bien jugar simultáneamente siendo uno el protagonista y el otro jugador el malo de turno. Lo negativo es que sólo podemos ser el “gordo” y estaremos en inferioridad de condiciones con nuestro oponente, por lo que la mayoría de las veces acabaremos forrados a leches y nuestro amigo se burlará cruelmente de la incapacidad mostrada para detenerle.
La popularidad de Bruce Lee, sin embargo, no es proporcional a su calidad objetiva. Es sin duda uno de los programas más queridos del Spectrum y más recordados, ligado a aquellos primeros años de descubrimiento de multitud de géneros, y que con su planteamiento divertido y ágil se ganó muchas simpatías. Es uno de los juegos preferidos por los aficionados para abordar remakes e ilustrar toda una generación de 8 bits. Todos y cada uno de nosotros tendríamos nuestra “historia del Bruce Lee”: cuando lo probábamos con nuestros hermanos, o cuando fulanín compró el ordenador y fue el primer juego que cargó, o… Todo un referente, un juego que aún hoy día es de esos que uno pone en su emulador cuando se cansa de reventar aliens en el Crysis 2 y prefiere un entretenimiento más inmediato y sin complicaciones, como por ejemplo reventar sumos.
Muy buen articulo, si señor.
Yo no tuve el programa pero si uno de mis primos y las ostias que nos pegamos por ser bruce, aunque he de admitir que al jugarlo solo en un emulador para mi pierde mucha de la gracia.
espero que sigas haciéndonos disfrutar con artículos como este.
Yo probe ese jeugo en su version para Commodore 64(lo tenia en un disquete de 5 1/4), era un poco inferior en graficos (de echo la primer imagen corresponde a esa version), y que yo recuerde no tenia la opcion para jugar dobles.
A mi me encantaba ese juego, me acuerdo que lograba terminarlo y despues de ahi volvia a empezar pero con mas dificultad.
Me gustaria que hicieran un remake con graficos asi tipo NES. Mi nombre es Dragon….
Hay un remake por ahí para PC, a ver si lo encuentro.
Cojones, de hecho hay varios.
Que viene la Sinde!!
Todos a agarrar las carteras!!!!
Ja, ja… ¡Excelente título..!
Todavía suena en mi cabeza el sonido que hacía el luchador sumo verde cuando hacía su entrada.
Era como… ¡tmoh-tmho! Ja, no sé cómo escribirlo…
Lo jugaba en mi flamante Atari 800XL.