El videojuego ha sido recientemente considerado en nuestro país como cultura pero es un título que se ha dado más por interés económico que por realidad social. Quiero decir que hoy en día todos sabemos que los videojuegos se han convertido en una industria que mueve más dinero que la música y el cine juntos. Eso conlleva que comience a ser rentable invertir en este medio.
Pero esto no siempre ha sido así. Los que nacimos atados a un pad de control allá por finales de los 70 y principios de los 80 sabemos muy bien que el aficionado al videojuego ha sido durante mucho tiempo integrante de un guetto cerrado a tipos raros con gafas y problemas de conducta social atados a una pantalla de tubo –o mejor dicho, así es cómo nos han visto desde fuera-. Pero ahora está bien visto enchufarse en casa a la Wii con los amigos y sus novias a echarse un partidito de tenis virtual, a darle al Singstar y a jugar a ser guitarristas de un grupo de rock con Guitar Hero o Rock Band. Tampoco es raro ver a la abuela dándole al Brain Training mientras la nieta se pasa las horas pegada a su Ds aprendiendo a ser mamá.
Si esto es bueno o malo para el mundo del videojuego es algo que se verá con el tiempo, pero sin duda estamos en un momento en el que es crucial sentar las bases de un medio joven y viejo a la vez. Joven porque fue a mediados del siglo pasado cuando asistimos a la aparición del primer videojuego –Tennis for two, 1958- y viejo porque el videojuego no es otra cosa que una evolución del juego clásico, de la necesidad inherente al ser humano de jugar, de interactuar con el entorno y de competir.
Cada medio cultural tiene un vehículo, un lenguaje para expresarse: la literatura se sirve de la palabra escrita, el cine de imágenes en movimiento y los videojuegos de la interacción entre el receptor y la obra, es decir, lo que conocemos como gameplay o jugabilidad.
Nada es más propio de un videojuego que el diseño del gameplay, podemos tener videojuegos sin argumento, sin un estilo cinematográfico, sin un guión y sin protagonistas. Ni siquiera necesitamos que nos aporte una idea o reflexión vital de su autor. Solo tiene que hacernos jugar. Nada más. Y cuanto más, mejor.
Partiendo de esa base tenemos que entender el videojuego como un medio con una multiplicidad de géneros y variantes que lo hacen plural, con necesidades propias pero con un mismo lenguaje. Un videojuego deportivo tendrá unas prioridades diferentes a un first person shooter o a una aventura de plataformas pero para funcionar adecuadamente todos tendrán que tener una base jugable bien diseñada.
En estos días en que ha salido a la calle la última obra de Quantic Dream –Heavy Rain- se ha despertado la polémica en torno al eterno complejo del medio por parecerse al cine. Nadie parece reparar en que lo realmente atractivo de este juego no es su parecido con una película de suspense o un guión de serie B, ni sus QTE –quick time events- sino la capacidad que haya tenido su grupo de programación por ofrecer una alternativa en cuanto a diseño de gameplay que suponga una evolución en el género de las aventuras gráficas. Que lo hayan conseguido o no es algo que tendré que juzgar cuando lo pruebe y lo termine pero lo que intento remarcar es lo importante que supone encarar el análisis de un videojuego desde una perspectiva adecuada, propia de este medio.
No por esto hay que prescindir de la tecnología y refugiarse en los arcades de los 90. El videojuego es un medio ligado a la tecnología pero como vehículo, no como fin. No se necesitan unos gráficos hiperrealistas ni un sonido 5.1 para conseguir un videojuego redondo pero tampoco todo lo retro es bueno. Videojuegos buenos y malos ha habido siempre pero tan ignorante es el casual que se acerca a ellos atraído por sus texturas en HD como el nostálgico que se aferra a que cualquier tiempo pasado fue mejor.
Para acercarse al videojuego –como a cualquier otro medio- hay que ser tan consciente de sus raíces como de su presente y extraer lo que lo hace único con criterio.
Ese criterio y esa base es lo que encontraréis si leéis nuestro blog, lo que nos hace diferentes, ese es el motivo por el que me uno al proyecto Infoconsolas.
Gracias por leernos, sois todos bienvenidos.
Blog del autor: The Videogame Culture
De nada. La verdad es un placer, y lo haceis tan bien, que hasta engancha. La verdad.
Estoy deacuerdo en todo menos en lo que a ignorantes haceis referencia.Yo opino que nos gustan los HD no solo por graficos hiperrealistas,(que eso es lo de menos) sino que estos simulan mas la realidad que tanto nos gustan.Por ejemplo: Los que somos aficionados al motor no negareis que el Toca u el GT nos gusta mas por su conducción realista que por sus graficos.A mi por ejemplo,que soy anti-Nintendo,me encanta y los juego en el ordenador,las roms de N64 ,sobre todo F1 Racing Championship,que este no es nada nuevo,pero esa simulación del coche,muy pocos juegos de la actualidad lo han conseguido.Y luego tenemos el otro lado retro,en el que la añoranza y lo artesanal van juntos de la mano,esos sprites en tan pocos KB ect… eso es lo que realmente apreciamos de lo retro,sin olvidarnos de sus tan extraordinarias plataformas en la cual las empresas si sacaban el maximo provecho.Pero ser ignorantes por esto no estoy deacuerdo,que hay gente que solo les gustan los HD y gente que dice que lo retro es lo mejor,seguro que los habra,pero no todos estamos dentro del mismo saco.
Ciertamente el amor por lo retro, aunque sea desmedido, sublimado o hiperbólico, no convierte a quien lo profesa en ignorante, y tampoco tiene por qué serlo quien alucina con gráficos hiperrealistas y ansía una simulación lo más fidedigna posible.
Cada cual tiene sus gustos, y la verdad es que yo mismo me he visto en la tesitura de tener que discutir largo y tendido con enamorados de la técnica que flipan con despliegues poligonales, físicas y efectos de luces, y aunque en su momento tampoco dudé en señalarles como ignorantes, la verdad es que pensándolo fríamente una cosa no tiene por qué conllevar la otra.
Yo estoy convencido de que ningún videojuego que nos llegue en el futuro superará lo que ya tenemos o tuvimos, y eso no me convierte en ignorante, sólo es una cuestión de gustos, una opinión y una postura. Quizá sea un tipo obcecado y desde luego ignoro muchas cosas, pero JODER VAYA COÑAZO DE PARRAFADA QUE ESTOY SOLTANDO.
¡MANDADME CALLAR YA!
Cuando hablo de ignorantes no lo hago con denotación despectiva sino refiriéndome a personas que no conocen -de ahí la ignorancia- el verdadero sentido por el que debemos juzgar un videojuego, la pauta o criterio a seguir independientemente de los gustos de cada uno.