Vamos hoy con un clásico de toda la vida, el DRAGON´S LAIR. Este juego sabéis que fue una revolución cuando salió, ya que la gente no estaba acostumbrada a encontrar en el bar una máquina que fuera como una verdadera película. No dejaba de ser una película interactiva, solo que ésta fue sencillamente la primera y más famosa. La temática no podía ser de otro modo: valiente-caballero-rescata-princesa-en-manos-de-dragón. La recreativa, de 1.983, utilizaba el extinto formato Laser-Disc y tuvo un presupuesto desorbitado de más de un millón de dólares para producir un total de 22 minutos de animación. Del diseño global se ocupó Don Bluth, el responsable de películas como “Nimh” o “Fievel” y ex animador de Disney. El juego seguía el esquema de apretar la tecla justa en el momento preciso: si acertábamos, el personaje evadía el peligro y se pasaba a la siguiente secuencia. Si no, veíamos una de las múltiples muertes de Dick, el protagonista. La dificultad era más que desquiciante, ya que nada nos indicaba cuándo presionar qué tecla, y además las secuencias eran complejas de ejecutar. Se requerían reflejos y mucha, mucha memoria.
Pero hoy no me voy a centrar en el juego original, sino que hablaremos de una de sus versiones, la de GAMEBOY. Dragon´s Lair puede que sea una de las licencias más atractivas y desaprovechadas de la historia del videojuego, pero la versión que ELITE (sí, la compañía de 8 bits, la del Spectrum) nos regaló para la portátil de Nintendo puede que sea la peor. O por decirlo claro, es una verdadera mierda, una mierda cósmica capaz de batirse en duelo con las mierdas más brillantes del panorama videojueguil.
Me regalaron el original con la consola casi recién estrenada, y quizá en un principio me animó el hecho de que se tratara de una creación de ELITE. Hacía ilusión eso de que todavía existieran compañías del ZX Spectrum que no se hubieran extinguido. ELITE, tras esto, merecía ser extinguida como los dinosaurios, lanzándoles un meteorito en los cojones. Que pasados unos millones de años, llegara un paleontólogo y en una excavación descubriera sus huevos aplastados por una roca de un kilómetro de diámetro. “¡Eh, chicos, mirad estos testículos!” “Ah, si son los de ELITE. ¡Lo merecen! ¡Enterradlos de nuevo!”
Sí, amigos, pese a todo este Dragon´s Lair tiene algunas buenas cualidades: una música inicial deliciosa, pegadiza. Pero cuando comienza el juego comienzan también los sinsentidos. El personaje mide de alto aproximadamente dos pixels y medio, por lo que distinguir si es Dick o un mosquito espampado contra la pantalla ya es una labor seria. El objetivo consiste en recoger unos objetos llamados… objetos. Son unos cubos. Unos cubos mágicos… o, emmm… misteriosos. Al recogerlos consigues poco a poco tener más que antes. Es decir, cuando llevas cuatro ya tienes más de tres, pero al recoger cinco superas los anteriores cuatro. Eso es un gran aliciente.
Para recoger los cubos-objetos debes saltar mucho con un control tan lamentable que antes de que te des cuenta perderás tus diez vidas. No, no son muchas, y su número tiene explicación, luego lo veremos. Al saltar, el personaje consigue llegar de un lugar a otro, e incluso ascender quedándose “enganchado” en objetos del escenario, como si los atravesaras de una manera rarísima. Es decir, de pronto puedes aparecer metido como dentro de, no sé, un cartel, un árbol, y le das al salto y sigues subiendo. Hay veces que consigues saltar en el aire. Es muy apasionante, en serio.
Lo mejor es que los escenarios iniciales son como… como… no sé, norias en medio de un bosque, plataformas volantes, algo demencial e incomprensible, como si nada tuviera sentido. El caso es que si avanzas hacia la derecha pronto te encuentras con una montaña rusa. Sí, una montaña rusa ambientada en Egipto. ¿Egipto en Dragon´s Lair? Bah, un detalle sin importancia. El grafista estuvo allí de viaje y pensó, ¿qué hacer con toda esta experiencia acumulada? Me han encargado un puto juego de Gameboy ambientada con dragones y caballeros… ¡Pues que les den! Voy a meter Egipto sí o sí. Y voy a hacerlo con una montaña rusa. Así que montas a Dick en una vagoneta que pasa al lado de cubos-objeto, y cuando intentas saltar para conseguir alguno (y pasar de cinco a seis) pues te caes. Hagas lo que hagas. Es mejor no coger nada, en serio, nunca terminarás el juego, pero qué más da, no lo vas a terminar de todas formas, es una mierda.
El caso es que sigues avanzando, y hay obeliscos y esfinges que se mezclan con árboles y ….más norias. Hay que decir que el grafista también estuvo de vacaciones en DisneyWorld, lo que puede explicar esto último. Luego llegas a unas mazmorras, un bosque encantado que es un asco (al menos aparecen calaveras, y cosas así como de fantasía y tal) y luego vuelves al principio. O sea, que el mensaje es: si se te olvidó recoger algún cubo, que fijo que sí (esos de Egiptoooo, vaguete) pues oye, a hacerte toda esa basura de nuevo. Quema tus retinas con esa mierda otra vez. Los imbéciles de Nintendo cubriéndose las espaldas con la 3DS (que si puedes volverte bizco o sufrir espasmos corneales) y no meten un aviso de salud sobre mirar los escenarios de este vómito de software.
Los enemigos son muy variados: rinocerontes (típicos de la serie Dragon´s Lair), unas cosas que vuelan en círculos que parecen nueces o algo así, unos fantasmillas que vuelan en el bosque y que podrían ser Trolls porque estás en el “poblado Troll”… Ni un puto dragón. En todo Dragon´s Lair no hay un puto dragón. ¿Se llama el juego Troll´s Lair? ¿Rino´s Lair? No, hijos, se llama DRAGON´S-SHOW-ME-THE-FUCKING-DRAGON-LAIR.
¿La explicación de todo este caos? Es el mismo juego que «Roller Coaster», un programa que pasó sin pena ni gloria por el Spectrum y que consistía en recorrer un parque de atracciones recogiendo unos objetos. Podéis comprobarlo cuando queráis. Por hablar de los vicios, comparten todos: personaje más que diminuto, dificultad demoníaca y jugabilidad cuanto menos «sui géneris». Hay norias. Hay montañas rusas. Cambian el parque de atracciones por… por el poblado Troll.
Es lo más lógico. Yo, si tengo que adaptar un mundo de fantasía y quiero reutilizar un juego anterior, cojo uno de parques de atracciones. ¿Por qué? Porque soy de ELITE, coño, soy de los mejores, y me va a caer un meteorito en los huevos de un momento a otro, así que vamos a aprovechar la vida. Claro, podían haber cogido Ikari Warrior´s pero la experiencia de Dick con UZIS es limitada. O Bomb Jack, tampoco es un problema hacer que Dick vuele. Incluso Airwolf podría haber sido una buena opción, con el protagonista lanzando misiles Exocet contra un dragón. Pero no, era mejor el puto parque de atracciones, joder, es que no tienen perdón.
Creo que hay pocas franquicias tan desaprovechadas en cuanto a calidad final de sus títulos, quizá precisamente porque su vocación fue siempre llegar a ser una película de animación, o una serie, y nunca un videojuego. No obstante, aquella recreativa ha quedado para la historia de los salones recreativos, y su mierda de adaptación para Gameboy, digna de ser enterrada en Arizona junto a los cartuchos de ET, también.
Me has matado de la risa, quiero más críticas como esta. Tanto es así, que me he registrado para comentar.
Si a ti te la dieron con queso con el de Game Boy, a mi me la dieron con el de NES, echale un vistazo que da para otro analisis… y sí, también es de Elite.
Saludos
Buenas: yo recuerdo haber «jugado» al original convertido al Amiga y… siempre me ha parecido un «juego» lamentable. Recuerdo que este tipo de juegos eran vapuleados sistemáticamente cuando aparecían en Mega CD (sí, incluído el Dragon´s Lair) y nunca comprendí por qué este ha sobrevivido a nuestros días. A diferencia de títulos aparecidos después, es el más deesperante, sin duda, ya que, como comentas, ni una p%&a pista sobre qué hay que hacer ni cuando. En fin… La versión Game Boy no he tenido ocasión de «disfrutarla», pero me has convencido… ¡no lo haré!
Amigo mío, me quito el sombrero con cráneo incluído.
Voy a la noria antes de que me caiga un meteorito en los cojones.
Me he reído bastante con el artículo. Respeto a Dragon’s Lair, una entrañable mierda de esas que ya no quedan (al menos no con el mismo -no- estilo).