La estética manga, habitual en cómics y videojuegos japoneses, ha despertado la misma duda entre quienes toman contacto con ella por primera vez: ¿por qué sus personajes presentan rasgos caucásicos? Para responder a esta pregunta, a continuación les presento mi traducción del artículo “The Face of the Other” (la cara del otro) de Matt Thorn, antropólogo cultural y profesor de manga en la Universidad de Seika, Kyoto. Aunque el ensayo se basa en el cómic, sus conceptos pueden aplicarse a los videojuegos japoneses que comparten la misma estética.
La cara del otro
Matt Thorn
He dado conferencias sobre manga a audiencias occidentales muchas veces, pero independientemente del tema de mi charla, cuando se abre la sesión de debate, siempre termino recibiendo la misma pregunta: ¿por qué todos los personajes parecen caucásicos? Quizá usted se haya preguntado lo mismo.
Mi respuesta a esa pregunta es otra pregunta: ¿por qué piensa que parecen caucásicos? “Por sus ojos redondos”, o “el pelo rubio” son respuestas comunes. Cuando le pregunto a esta persona si realmente conoce a alguien “caucásico” (o no) que se parezca en algo a estos dibujos tan estilizados, la respuesta suele ser, “bueno, parecen más caucásicos que asiáticos”. Considerando la amplia gama existente en los rasgos físicos de las personas de descendencia tanto europea como de Asia Oriental, y el hecho de que este tipo de dibujo no cae ni remotamente en dicho rango, parece raro que pueda afirmarse que dichos dibujos se “parezcan más” a unos que a otros, pero espero que [gracias a esto] ahora puedan ver que lo que se discute no tiene nada que ver con la realidad anatómica objetiva, sino con su significado.
Un concepto clave en semiótica es el de “marcado” y “no marcado”, elaborado por el lingüista Roman Jakobson en los años 30. Una categoría “no marcada” es aquella que se da por asumida, que es tan obvia tanto para el hablante como para el oyente que no necesita marcarse. Una categoría “marcada”, por el contrario, es aquella que se percibe como una desviación de la norma, y por tanto requiere ser marcada. Ejemplos bien conocidos en inglés son las palabras “man” y “woman”. “Man” ha significado durante un milenio tanto “ser humano” como “varón adulto humano”. La palabra “woman” proviene del compuesto “wife-man” y denota la relación del significante con la categoría “no marcada”, “man”.
En el caso del manga, por supuesto, estamos tratando con representaciones dibujadas en lugar de palabras, pero el concepto “marcado/no marcado” es igual de notable. En el caso de los Estados Unidos, y por extensión todo el mundo predominantemente europeo, la categoría no marcada en las representaciones dibujadas serían los rostros de los europeos. La cara europea es como si fuera el rostro por defecto. Dibuja un círculo y dos puntos a modo de ojos y una línea para la boca, y tienes, en la esfera europea, una cara Europea (siendo más específico, tendríamos la cara de un varón europeo. Añadiendo pestañas la convertiríamos en una mujer). Los no-europeos, sin embargo, deben marcarse en representaciones dibujadas o pictóricas, como se hace en las conversaciones diarias (por ejemplo: tengo este amigo negro que…”).
Los grotescos estereotipos étnicos y raciales de anteriores décadas han sido en su mayor parte erradicados de los medios de comunicación, pero sólo para ser reemplazados por otros significantes menos ofensivos, pero que siguen siendo estereotipos. Los no-europeos que viven en una sociedad predominantemente europea absorben estos mismos patrones, y no sólo se les hace continuamente conscientes de sus particularidades [N. del T. «otherness» en el original], sino que se adhieren por necesidad al sistema eurocéntrico de significantes. Si una americana de descendencia asiática quiere escribir un libro infantil con el objetivo de aumentar la autoestima entre los niños asiático-americanos y educar a otros niños sobre la experiencia de este colectivo, primero debe asegurarse de que los lectores sepan que los personajes representados son asiáticos, y por tanto, conscientemente o no, recurrirá a los significantes estereotipados que son fácilmente reconocibles, como los ojos “rasgados” (una representación exagerada del pliegue epicantal que a menudo, pero no siempre, se encuentra más pronunciado en los asiáticos que en europeos o africanos) o el pelo lacio y completamente negro (a pesar del hecho de que el cabello de las personas de Asia Oriental puede variar desde negro a marrón-rojizo, y a menudo puede ser ondulado o rizado). Por tanto los americanos y aquellos criados en sociedades mayoritariamente europeas, al margen de su trasfondo, verán en un círculo con dos puntos como ojos y una línea por boca, libre de significantes raciales, como algo “blanco”.
Japón, sin embargo, no es y nunca ha sido una sociedad predominantemente europea. Los japoneses no son “el otro” dentro de sus propias fronteras, y por tanto las representaciones dibujadas (o pictóricas o esculpidas) realizadas por y para japoneses, no incluyen, por lo general, marcadores raciales. Un círculo con dos puntos como ojos y una línea por boca es, por defecto, japonés.
No debería sorprendernos, por tanto, que los lectores japoneses no tengan problema alguno aceptando los personajes estilizados del manga, con sus pequeñas bocas, prominentes narices y los famosos enormes ojos, como “japoneses”. A menos que los personajes sean claramente identificados como extranjeros, los lectores japoneses los ven como japoneses, y a la mayoría de los lectores nunca se les ocurriría que pudiera ser de otro modo, a pesar de que los observadores de otros países piensen o no que parezcan japoneses.
Cuando personajes no-japoneses aparecen en un manga en el que la mayoría de los personajes son japoneses, ese personaje aparecerá diferenciado con marcadores raciales de algún tipo. Por ejemplo, un personaje de descendencia africana podría aparecer con grandes labios, cabello rizado y piel oscura. Un personaje europeo podría aparecer con una prominente nariz y una pronunciada mandíbula.
Ésta es mi explicación, pero muchos no la encuentran convincente. Insisten en que los personajes son inconfundiblemente “caucásicos”, y que la omnipresencia de personajes caucásicos en el manga y la cultura popular japonesa en general son claros indicadores de un deseo por parte de los japoneses de identificarse con el Occidente europeo, en lugar de con el Este asiático. Efectivamente, varios académicos occidentales han sugerido que los japoneses hoy día abrigan tal deseo, que rechazan su herencia asiática e intentan en su lugar identificarse con el Centro, “blanco” y occidental. El curioso hecho de que los personajes chinos que aparecen en el manga sean retratados a menudo utilizando los mismos marcadores raciales “asiáticos” (ojos rasgados, pelo negro y lacio) comunes en las representaciones occidentales puede parecer una evidencia irrefutable de esta afirmación.
Sin embargo, este tipo de conclusiones está plagado de errores. En primer lugar, parece tomar conceptos occidentales de identidad étnica que se han desarrollado en el contexto políticamente cargado de una sociedad étnicamente diversa, como la de Estados Unidos o el Reino Unido, y los aplica a Japón, una sociedad diferente, como si los japoneses fueran simplemente otra “minoría” frente a la mayoría europea o americana. Para los asiático-americanos, afirmar su condición de asiáticos (al margen de que dicho rasgo exista realmente) puede ser políticamente significativo en el contexto de la sociedad estadounidense, pero ciertamente no significa que los japoneses, o cualquier otro pueblo asiático, deba o pueda significativamente adoptar una identidad similar.
En segundo lugar, la noción de que los japoneses abrigan un complejo de inferioridad frente al Occidente blanco me parece que se basa en la habitualmente inconsciente suposición de que los pueblos no-occidentales envidian a Occidente, y específicamente la fantasía americana de que naturalmente todo el mundo quiere ser como ellos. Por supuesto, los académicos e intelectuales que observan dichas tendencias en Japón no las aplauden; por el contrario, chascan sus lenguas, retuercen sus manos y desean abiertamente que los japoneses rechacen las tentaciones de Occidente y permanezcan orgullosos y fieles a su herencia nacional. Pero el entusiasmo con el que [los partidarios de esa teoría] buscan evidencia de un deseo de ser “blanco”, y la tozudez con la que ignoran la evidencia de lo contrario, me sugiere que su aprensión de la realidad social esta fuertemente filtrada a través de un involuntario etnocentrismo.
Finalmente, la evidencia de dicho complejo de inferioridad es difícilmente concluyente, y me parece que hay tantas pruebas en su contra como a su favor. El caso de los retratos estereotipados de los chinos en el manga, por ejemplo, puede ser explicado sin necesidad de concluir que los japoneses se identifican con el Occidente blanco. Dejando a un lado el manga donde los estereotipos se utilizan con fines cómicos, o para afirmar un punto de vista racista (y eso ocurre de vez en cuando), los estereotipos raciales aparecen normalmente en el manga sólo cuando el personaje estereotipado pertenece a una minoría dentro de la historia. Un personaje chino en un manga situado en Japón aparece distinguido a través de marcadores visuales estereotipados (y a menudo también en su forma de hablar) para distinguirlo de los personajes japoneses, que pertenecen a la categoría no marcada.
Curiosamente, en un manga donde los personajes chinos o europeos conforman la mayoría, como en una historia situada en China o Europa, la mayoría de los personajes son dibujados exactamente como los personajes japoneses lo serían en un manga cuya acción se desarrollara en Japón, sin ningún tipo de estereotipo racial. En el contexto de dicha historia, los personajes chinos o europeos no son “el otro”, y los marcadores raciales serían superfluos. El artista haría obvio el marco extranjero de la acción a través de nombres, ropa, costumbres, arquitectura y “accesorios” en lugar de cargar cada personaje con estereotipos raciales, que limitarían su habilidad de distinguir unos personajes de otros, y también dificultaría a los lectores el identificarse con los protagonistas. Además, si un personaje japonés apareciera en dicha historia, normalmente sería visualmente marcado como japonés, aunque sólo fuera por su cabello y ojos negros (a menudo se espera que los lectores se identifiquen con dichos personajes, y marcadores más exagerados interferirían con dicha identificación).
Los marcadores raciales en el manga, por tanto, generalmente son relativos. Por el contrario, un cómic americano situado en China o Japón probablemente retrataría a cada personaje con significantes raciales (y posiblemente también con acentos artificiales). Puede ser que los occidentales, acostumbrados a marcadores raciales estandarizados y no-relativos, se sienten desconcertados con el sistema japonés de significación relativa, en el que el mismo artista puede retratar un personaje chino de una forma en una historia (situada en Japón), y de forma muy diferente en otra (situada en China).
Puede ser cierto que los japoneses son, en general, a menudo ambivalentes hacia Occidente, hacia América y hacia todo lo que no sea japonés. Y sí, con frecuencia son agudamente críticos con su propia sociedad, y pueden a veces buscar alternativas preferibles en otras sociedades. Pero en este aspecto, me parece que son como cualquier otro pueblo. Creo que hay preguntas más interesantes que explorar, y por tanto no diré más sobre el tema, aunque no me cabe duda de que algunos de mis lectores se negarán a abandonar por completo la pregunta de si los japoneses quieren o no ser “blancos”.
Web del autor: Videojuegos y Sociedad