Hace poco hemos podido leer acerca de una polémica en torno a Umberto Eco y su obra cumbre (y primera) El Nombre de la Rosa. El autor ha decidido revisitar su conocida obra con la intención de simplificarla o “aligerarla”, por motivos que algunos críticos relacionan con el escaso éxito de sus obras posteriores. Para los que no hayáis leído el conocido libro, intercala capítulos más narrativos con otros en los que se discute, en un improvisado concilio, temas teológicos y humanistas tales como la pobreza de los Franciscanos o el papel de la Iglesia en la época. Umberto Eco ha justificado esta vuelta a su obra cumbre con el argumento de adaptar el libro a los gustos actuales, lo cual para muchos críticos ha sido como asumir que su contenido se empobrecerá (quizá piense Eco, o los propios críticos, que el lector actual es más inculto que el de hace veinte o treinta años).
¿Puede un autor modificar una obra artística de reconocido prestigio, ensalzada unánimemente, con el riesgo de que ésta pierda cualidades o se empobrezca? ¿Qué pensaríamos si Turner o Picasso quisieran alterar alguno de sus cuadros con la intención peregrina de “adaptarlos visualmente” al gusto del consumidor de arte actual?
¿Cómo debe rehabilitarse un edificio clásico de arquitectura? ¿Puede el Partenón albergar un centro comercial? ¿Y si Mahler quisiera añadir o quitar algún pasaje de su quinta sinfonía, o Dvorak quisiera componer un nuevo movimiento para su Sinfonía del Nuevo Mundo con ritmos electrónicos porque es lo que hoy día se escucha?
Lo cierto es que hay por ejemplo pintores que retocan sus obras durante décadas, o que hacen diferentes versiones de sus cuadros. Pero en este caso hablamos de modificaciones que afectan a obras consideradas completas y que además gozan de un prestigio internacional. La polémica de Umberto Eco se enmarca en este último supuesto.
¿Qué ocurre con el videojuego? Si es un arte (que no lo sé) ¿no estaría también sujeta a este tipo de reflexiones o polémicas? ¿Debería ocasionar un debate profundo el hecho de que se haga un remake de un juego emblemático como Ocarina of Time o Tomb Raider?
En el caso de un juego, éste se halla íntimamente ligado a la plataforma que lo ha alumbrado y para el que ha sido diseñado. Estas plataformas (consolas, ordenadores, móviles) se actualizan a una velocidad vertiginosa: la herramienta que da a luz un videojuego sufre por tanto transformaciones drásticas y decisivas. El lenguaje es un elemento vivo pero de evolución lenta, la pintura es pintura, la música también evoluciona pero al fin y al cabo es sonido producido por instrumentos conocidos y bastante perdurables. Las consolas no. Cambian. Rápidamente. Y vaya si cambian.
Así que la tentación de actualizar un juego para una consola que ha evolucionado tremendamente a la anterior es muy fuerte. Zelda se reinventa constantemente, los Call of Duty son variaciones y permutaciones, los God of War son una especie de remake constante en sí mismos. La creación de videojuegos ha ido evolucionando hacia una falta alarmante de ideas y navega en círculos. En realidad, el “Efecto Umberto Eco” rige la industria moldeando y adaptando lo mismo en función de criterios comerciales o tecnológicos, y rara vez creativos.
Es más, los remakes auténticos no nacen ni siquiera de los mismos autores, al modo de objeto artístico que el autor decide evolucionar porque le da la gana y porque es suyo, sino que como mucho es la misma productora la que profana el clásico, y más de una vez con el profundo disgusto de sus promotores originales (como pudo pasarle por ejemplo al creador de Lara Croft, al ver en lo que iba derivando su personaje y que le llevó al abandono).
En el caso más benigno, los remakes intentan conservar el código original de la manera más respetuosa de forma que el juego presenta básicamente una actualización gráfica o estética. Las obras maestras del TEAM ICO aparecerán en breve en alta definición sin alterar nada sustancial (serán el mismo juego) pero se podría reflexionar acerca de si modificar estas obras en algo más sustancial hubiera sido traicionar el espíritu de una creación original y única. Incluso ir más allá: ¿por qué dotarlas de más resolución? ¿No resalta la resolución de la PS2 una poética, una indefinición, una sugerencia, que la alta definición no aporta? ¿No es eso entonces dar un bofetón a dos juegos que quizá nunca debieron tocarse?
Recientemente hemos visto el remake del Ocarina of Time que más bien es un claro ejemplo de trabajo directo sobre el código original, modificando el aspecto gráfico pero respetando al máximo el juego de N64, considerado el mejor de la historia nada menos. A mí siempre me resultaron molestas las versiones con más resolución de Gamecube y Wii, porque era un clarísimo ejemplo de cómo texturas de rostros, fondos, etc, tremendamente sugerentes en la Nintendo 64, funcionan de manera burda cuando se les aporta definición. Los juegos son como son y para la plataforma para la que se crean, y no para otra. En 3DS tenemos básicamente el mismo juego pero con un aspecto remozado. Por muy respetuoso que haya sido el proceso, ¿no altera esto las sensaciones originales, la atmósfera concreta que unos diseñadores se esforzaron en que resultara perfecta?
Sólo es un ejemplo, por supuesto, y no hablo de purismo, no. De nada parecido. Hablo de que si es cierto que el videojuego es un arte, ¿por qué no existen encendidos debates en torno a estas cuestiones? ¿Cómo se permite que las compañías sigan haciendo FPS clonados literalmente unos de otros sin que el usuario las penalice no comprando sus juegos? ¿Cómo pueden las compañías seguir ensuciando y ensuciando sus obras clásicas con constantes versiones de lo mismo disimuladas de cuartas o quintas partes? El código original de un juego, su versión primigenia e irrepetible, no se protege ni se reivindica como otras obras de arte. El videojuego sigue tan ligado a la vertiginosa tecnología y a las claves comerciales que esto difícilmente sucederá. Incluso se ha perdido totalmente la figura del “creador de videojuegos”. Del director de orquesta. Del compositor. Del diseñador. Sólo quedan las “marcas franquicias”.
Animo a Umberto Eco a que reescriba El Nombre de la Rosa. Me gustaba como era, la verdad. No leeré la nueva versión: no quiero que empañe mi recuerdo de ese gran libro, con sus aciertos y errores. Cuando este tipo de debates los vea en el mundo del videojuego, pensaré que algo está cambiando. Mientras tanto, la gente clama unánimemente para que Square revisite Final Fantasy VII. Quizá han olvidado lo maravilloso que es este juego tal y como está.
Un buen artículo JMV. Una verdad como un templo.
¿Por qué no se deja un trabajo en la plataforma que salió? ¿A caso un lienzo se mejora por el mero hecho de que ha llegado las 3D?
Has puesto un gran ejemplo. Yo empecé con RE en el año 96, cuando seguidores de Lara Croft aseguraban que Tomb Raider era mejor que Resident Evil.
Yo jugaba y jugaba al Resident Evil y no entendía tal «sacrilegio». Más tarde, estando de oferta para Saturn (ya que en PSX estaba muy caro), y aunque ya sabía de antemano que tienen 2 temáticas muy distintas así como el enfoque, Tomb Raider me entusiasmó.
Me recordaba mucho al juego que corría por MS-DOS llamado «Rick Dangerous», la cual más tarde, aunque yo lo suponía, se basaron en él mismo.
Tardé en pasarme Tomb Raider, pero me encantó su justa acción y su gran dosis de aventura y suspense así como su justa medida en puzzles. Luego me compré el Tomb Raider 2 y ya el 3 no me gustó así como el Chronicles. Si me gustó el cuatro, pero ya empecé a cansarme.
Cuando salió Tomb Raider mejorado para PS2 fuí corriendo a comprármelo, y fué cuando lo ví, que sí era muy bonito, pero gran parte del juego no se parecía en nada, tardé en pasarmelo, pero no me acordaba de las zonas ya cambiadas.
Es aquí cuando te doy la gran razón, la mágia y entusiasmos, de aquellos grandes escenarios vistos en PSX, Saturn, N-gage, se lo habían cargado todo. Cuando llegabas a una zona nueva decía: -Pero… ¡Que co… es esto! ¡¿De donde ha salido esto?! Donde está la gran sala de las puertas de los dioses Democles, Thor, etc… Me decepcionó un poco, porque yo quería el mismo juego pero remasterizado, sin añadirle nada más, simplemente que quedara más acorde con la tecnología, no un puñado de texturas y polígonos nuevos y salas sacadas de una nueva, cruel y desidiosa mente humana que lo único que quisieron fue llenar sus arcas con el mismo título que un día les dio millones.
Está claro lo que explicas, la codicia hace que estropeen los títulos que una vez, en una determinada plataforma, nos hizo vivir nuevas experiencias. Y sólo por un asunto, la pela.
Gran artículo. Gracias!