Nos guste o no, todos nosotros hemos perdido uno de nuestros bienes más preciados. El tiempo nos ha robado la capacidad de viajar a lugares misteriosos en escasos segundos, vivir interminables batallas con un simple palo de madera o conquistar malvados barcos piratas junto a nuestros mejores amigos en vuestros lugares de veraneo…
Pocas veces la echamos en falta, porque ya no la necesitamos o mejor dicho, pensamos que no la necesitamos. Seguimos viajando, batallando y conquistando, pero ahora necesitamos artilugios como libros, películas o en nuestro caso, videojuegos. Ha sido una gran perdida, pero afortunadamente, todavía podemos disfrutarla, aunque sea guiados, tutelados y controlados. La imaginación se fue para no volver jamás, aunque como humanos que somos, nos resistimos a dejar de disfrutarla.
Aunque ya no nos acordemos, el poder de la imaginación es mucho más poderoso de lo que nosotros, simples adultos que carecemos de la misma, podemos pensar. Mientras la industria del ocio dedica ingentes cantidades de dinero en conseguir una inmersión total, ya sea através de las 3D o de las nuevas formas de control, la naturaleza ha sido capaz de proveer al ser humano la mejor herramienta que ha existido nunca, la imaginación.
Tomaros una “pausa” por un momento y recordad vuestra niñez: Todos hemos viajado a la luna, pilotado un avión de combate, conducido un coche de carreras, atacado un castillo e incluso, rescatado a nuestra idílica enamorada tan similar físicamente a nuestras series de la tele favoritas. Lo hemos vivido, lo hemos hecho y lo hemos logrado.
Sin necesidad de mandos, ordenadores, libros o entradas de cines, hemos sido capaces de vivir experiencias únicas, creadas a nuestra medida sin importar el tiempo o el lugar. La imaginación ponía a nuestro servicio lo que nosotros deseásemos, solos o en compañía: Desde una simple mesa de té y pastel “de barro” con nuestra vecina, hasta el ataque a un poblado indio o fuerte norteamericano con nuestros amigos. Lo sentíamos, nos lo creíamos y por lo tanto, lo vivíamos.
Pero el tiempo pasa inexorablemente para todos y, por uno u otro motivo, la naturaleza decidió algún día que el ser humano sobreviviría mejor, pasados unos años, sin el gran poder que proporcionaba la imaginación. Llegado un determinado momento, deberíamos convertir nuestras complacientes hazañas imaginadas, en tangibles y reales… Si alguien quería conquistar un fuerte o pilotar un caza, ya podía ir pensado seriamente en apuntarse al ejército profesional. La naturaleza y el tiempo, nos arrebataron nuestro poder por un bien común.
Pero el ser humano es avaricioso por naturaleza, una vez probadas las mieles y los poderes de un dios, no nos hemos conformado con esta situación. ¿Cómo pasar de ser todopoderosos a un simple estudiante o “currante” de oficina? Sencillamente no es posible.
De esta forma, el ser humano descubrió que un relato bien contado podría llevarnos de una forma parecida a otros mundos, convirtiéndose los cuentos en leyendas o mitos para todas las edades. El ser humano adulto, ya no podía volver por si mismo a esos reinos de fantasía, pero abriendo su mente al narrador, de la misma forma que lo hace un niño frente a un cuento, podían experimentar una parte de todo aquello que habían perdido y tanto añoraban. La cultura y tradiciones se transmitían de una forma oral, para goce y disfrute de todos los oyentes alrededor de un buen fuego protector.
Las tradiciones y leyendas se plasmaron en papel, descubriendo el humano que la sensación era de igual forma similar a la vivida anteriormente y, surgiendo con el paso del tiempo, todo un elenco de escritos para todos los gustos. Posteriormente el tiempo y el avance, dio paso a la radio y al cine, siendo este último el estandarte durante gran parte del último siglo, del mayor intento por recuperar esa agradable y añorada sensación, de experimentar increíbles aventuras desde nuestra cómoda butaca o sofá.
De esta forma, el ser humano suplió como pudo a lo largo de la historia, ese poder que tanto echaba en falta. Pero una gran diferencia se hacía evidente frente a la todopoderosa imaginación, en todas esas leyendas, aventuras y sucesos, éramos unos simples testigos de la acción. No éramos los protagonistas… Hasta que llegaron los videojuegos.
Según la Wikipedia, un videojuego es lo siguiente:
“Un videojuego o juego de vídeo es un software creado para el entretenimiento en general y basado en la interacción entre una o varias personas y un aparato electrónico que ejecuta dicho videojuego”.
Sin más ánimo y pretensión que el de ofreceros otro planteamiento en este humilde artículo, aquí va otra posible definición mucho más humana:
“Un videojuego o juego de vídeo es la herramienta creada por el ser humano más eficiente para suplir nuestra falta de inventiva e imaginación en relación al ocio, posibilitando la interacción en el desarrollo de la historia y mejorando en consecuencia la experiencia e inmersión en el mismo”.
Aunque no sea comparable con la imaginación, un buen videojuego será capaz de abrir de nuevo nuestra mente, acercándonos a nuestra niñez. Un videojuego nos dará la posibilidad de decidir que queremos hacer y cuando lo queremos hacer. No todos, lo se, pero escogiendo bien la temática que deseemos, podremos volver a conquistar, a volar e incluso, a enamorarnos durante unas horas. Un videojuego es capaz de trasportarnos a otro mundo en el que nosotros, sí somos los protagonistas.
Los videojuegos como otras muchas cosas, son un ocio, una industria y un avance tecnológico. Pero… ¿por qué nos gustan los videojuegos? Las respuestas son muchas: Unos quieren evadirse de la realidad durante un rato, otros desean vivir nuevas experiencias y todos sencillamente disfrutamos mientras jugamos.
Si os fijáis, seamos conscientes o no, estamos conformes o disconformes, los videojuegos se asemejan mucho a ese gran poder del que todos hemos perdido la posibilidad de disfrutar de nuevo completamente, como hacíamos antes. No podemos volver al pasado, no podemos volver a ser niños y no podremos volver a vivir nuevas aventuras de la misma forma que lo hacíamos antes. Pero afortunadamente, los videojuegos son una puerta a nuestra niñez por la que podemos, como mínimo, asomarnos siempre que lo deseemos.
Y eso que no has mencionado, que también es un calmante, ¡Si! Ya que cuando juegas, durante ese tiempo, te desconecta de problemas, tensiones o estrés, haciendo descansar por un tiempo determinado esa parte del cerebro tan desarrollada cuando crecemos que se llama: Preocupaciones.
Esta parte del videojuego es la que hace descansar un poquito, evadirte durante un tiempo, escapar del estrés que aporta la vida adulta. Así que, fuera pastillas, fuera tristeza, fuera preocupaciones, porque hay un producto en el mercado que sin «medicarte» hace que sonrías y lo pasases por momentos como un niño.
Sin duda la imaginacion es un buen regalo de nuestro creador y pues muchos la hemos usado en muchas cosas,. por ejemplo en quitno de primaria yo tenia un maestro que nos narraba una historia de un libro y nosotros teniamos que escribirla en nuestros cuadernos (una ves que el terminara de relatarla) pero debiamos ponerle mas cosas, detalles y demas.
Eso me encantaba pues hacia volar mi imaginacion y pues siempre esperaba con ansias ese tiempo en el que el maestro nos leia un cuento, era simplemente genial.
David V, eres un crack y tienes una facilidad linguistica apabullante. Del mismo modo, eres un magnifico redactor y lo mejor es la calidad de lo que escribes. Me servis como plataforma de lanzadera al pasado, a recordar esos años que aqui tan fantasticamente bien recreais….
Es una verdadera pasada, encontrarte con estos articulos, que parecen sacados de mi propia experiencia personal.
Chapeau, como siempre!!