Hacia mucho tiempo que no me aventuraba en un largo viaje como los de antaño, largos años sin un destino que me resultase lo suficientemente interesante, como para dejar durante unas semanas todo de lado y centrarme en mí y en disfrutar el momento.
Como todo buen viaje requiere, he tenido que esperar el tiempo suficiente hasta encontrar el momento idóneo antes de partir a tierras lejanas. ¿Ha merecido la pena? Mucho más que eso, me he demostrado a mi mismo que a pesar de mis treinta y un años, sigo siendo el mismo niño que se deleitaba jugando con una espada de madera.
Mi viaje ha sido largo e intenso, tanto en distancia como en tiempo. No ha sido un destino original, debo reconocerlo, pero ha sido tal y como miles de personas me habían recomendado directa o indirectamente. Tarde en decidirme, los quehaceres del día a día y mis compromisos voluntarios u obligados me frenaban, no permitían mi marcha… Pero por una vez, dejé de lado a mi conciencia aparcando multitud de compromisos adquiridos con los años, y decidí que había llegado el momento de darme un respiro y una nueva oportunidad.
Me fui sin nada, llegué con lo puesto y con serias dudas de si realmente merecía la pena finalizar el viaje que me había propuesto. Hacía mucho que no me disponía a realizar una gesta semejante y me guste o no, una vocecita en mi interior me recordaba una y otra vez que, posiblemente, ya no tenía edad para este tipo de aventuras.
Los primeros días fueron duros, sin comida, sin morada y sin amigos, mi única opción para sobrevivir era la de hablar con unos y otros, con la esperanza de que mis servicios fueran correspondidos gratamente. Treinta y un años y aun seguía haciendo de recadero… que poco cambian las cosas en según que viajes.
¿Había viajado a miles de kilómetros para llevar cartas o ayudar a cortar leña? No, en absoluto. Reuní el poco dinero que había conseguido y lo invertí en el único medio de transporte que me ofrecían los lugareños, un caballo lento pero robusto.
Y fue ahí donde empezó el verdadero viaje, sin obligaciones, sin compromisos, sólo yo y mi corcel en un basto paisaje repleto de montañas, valles, lagos y mares. Aprendí a decir que no, me costó… pero estaba decidido a disfrutar de la libertad que me otorgaba ese mágico lugar, ajeno en todo momento a horarios de oficina, impuestos o compromisos inapelables.
Galopé durante muchos días y poco a poco, a la vez que me dejaba embaucar por una fastuosa naturaleza, fui conociendo nuevos pueblos, villas, castillos y moradas. Fui comprendiendo poco a poco a los diferentes habitantes de ese mundo, sus vidas, pretensiones y problemas. Todo parecía tranquilo, pero la guerra asolaba esa gran nación y los dragones habían vuelto. Yo era un simple extranjero, ajeno en un principio a sus problemas y con el único objetivo en un principio, de disfrutar de la libertad que se me ofrecía, pero fueron los habitantes de Skyrim los que me hicieron comprender que mi viaje, mi destino, iba a ser muy diferente al que en un principio había planeado. Sin quererlo, los parajes y la gente de Skyrim me había cautivado, ya formaba parte de ese mundo de fantasía y mi misión no era otra que la de liberarles a todos del Imperio y acabar con el regreso de los dragones.
Ayer, sábado por la tarde regresé de mi viaje con la tranquilidad interior que te proporciona el deber cumplido. Cumplí sobradamente con mi cometido y a pesar de haber dejado muchas cosas por hacer, estoy seguro que dentro de un tiempo volveré para concluirlas. No hay prisa, ya no les atacarán más dragones de escarcha y el Imperio hace tiempo que no forma parte de Skyrim.
Llegados a este punto, no voy a contaros las bondades del mundo de Skyrim de sobra conocidas por todos, es un juego sublime el cual se ha ganada el merecido respeto de todos los críticos del sector, tanto profesionales como los de verdad, es decir, todos los que hayáis tenido la suerte de probarlo. Skyrim es una aventura única e individual para todo aquel que la juegue, dicen por ahí que no encontraréis dos “partidas iguales”, y es verdad.
Pero en mi caso, Skyrim ha supuesto para mí un descubrimiento mucho más importante que el mero hecho de disfrutar con un gran juego. Skyrim me ha enamorado como hacía años que no lo hacía ningún otro videojuego. Skyrim, me ha demostrado una vez más, tal y como anteriormente me había sucedido con otros videojuegos, que poco importa la edad o las obligaciones que conlleva, porque aunque no pueda dedicarles el tiempo que me gustaría… Sigo siendo un autentico apasionado de los videojuegos.
Realizar una afirmación como esta formando parte de un blog como Infoconsolas, puede parecer algo contradictoria… Pero es la pura verdad. Trabajo, familia, amigos, pareja y demás, priorizan alternándose entre ellos nuestro tiempo libre y dejando cada vez menos tiempo a nuestro amado hobby. Esto unido a otros factores como por ejemplo la actual tendencia de la mayoría de videojuegos comerciales, hace que inevitablemente uno se plantee si esa pasión por los videojuegos se ha ido apagando. Skyrim me ha demostrado que no es así, los videojuegos me hacen disfrutar tanto como el primer día, únicamente necesito un buen juego y el tiempo necesario para disfrutarlo.
Mi viaje por los parajes de Skyrim, ha sido tanto interior como exterior. Sigo siendo aquel niño que se maravillaba al ver unos pocos sprites surgidos de un Spectrum 16K, sigo siendo aquel adolescente capaz de estar fines de semana pegado a los mandos de su consola… Skyrim me ha recordado que afortunadamente para todos nosotros, existen mundos paralelos en la otra parte de la pantalla dispuestos a hacernos desconectar de nuestra vida rutinaria y convertirnos en héroes o villanos.
Tardaré mucho tiempo en emprender un nuevo viaje de tal magnitud, Skyrim me ha robado horas de sueño, estudio, cervezas con los amigos y artículos para esta humilde web… Y no me arrepiento en absoluto porque gracias a el, ahora se que cuando llegue el momento, estaré preparado…
Buenas, soy lector habitual de Infoconsolas, nunca había comentado nada y sólo quería dejaros un enorme agradecimiento a todos los que escribís. Os sigo desde hace un tiempo y comparto vuestra pasión, no tanto quizás como algunos, pero lo suficiente como para sentirme identificado con historias como ésta.
Mi ‘viaje’ particular, mi reconciliación con el videojuego, fue hace poco con Fallout 3 (casualidad que me enteré de que podía correr en mi portátil). Grata sorpresa. De nuevo volví a dedicar a un juego un número de horas que pensaba que, simplemente, no tenía. Descubrí un mundo vasto, complejo y libre, como el que imaginaba veinte años antes a los mandos de una Master System o con el teclado de un 486, cuando sonaba a disparate. Me acoplé al sistema de un modo que creía imposible de rememorar. Yo estaba ahí. Sentía el juego.
Y caí en que llevaba años sin ni siquiera pensar en los videojuegos como entretenimiento serio, que llevaba una década sin jugar de verdad, que había perdido la esperanza.
Pero, paradojicamente, una parte de mí SABÍA que tarde o temprano sucedería. Que volvería a sentir. Aunque sólo sean las sensaciones de un niño. Aunque sólo sea una afición. Aunque sólo sea una excusa para daros mi enhorabuena por la web. Aunque no sepa si volverá a sucederme.
Gracias.
Todo el mundo habla muy bien de este juego. ¿Tan bueno es?. Yo tengo el anterior y me aburrió mucho, tendría jugadas unas 8 horas. ¿Me lo recomendais igualmente? Si, me gustan los RPG épicos, pero no sé por qué el anterior no me gustó mucho.
Pues de principio pense que not enia que ver nada con video juegos pero al ir leyendo mi vista periferica vio en negritas la palabra Skyrim y dije haaa de eso trata y segui leyendo hasta terminarlo y bueno se ve que es un excelente juego que te da horas y horas de diversion.
¡Felicitaciones!
Cuando volví a esta pasión fue por el dios de la guerra I despues le siguiío el II y ahì despegue, de hecho me compre el PS· por el III jajaj
buen psot, me tomó desprevenido el apso a Skyrim, esta en mi lista, pero ya he comprado mucho juegos, toca dejer un respiro, hay otros compromiso y prioridades..
slds a todos!