Desde que el grandioso Skyrim me dio la valiosa lección de recordarme que todavía disfruto de los videojuegos como un niño, la realidad es que he vuelto a estar “abierto” a relaciones más serias con los “videogames”… Gracias a Skyrim un ajetreado servidor ha regresado al mercado de los juegos extensos y profundos.
A pesar de mi nuevo estado de disponibilidad, pensaba que tardaría un buen tiempo a dedicarme en cuerpo y alma a un nuevo título. Ya se sabe, la sombra de Skyrim es alargada y las comparaciones siempre son odiosas. Pero quien me iba a decir a mí, que un viejo y fugaz flirteo, se convertiría en mi nuevo amor…
Normalmente, cuando un videojuego engancha, uno tiene esa sensación de bienestar interior que se asoma varias veces a lo largo del día con un: “Y cuando llegue a casa… ¡a continuar mi partidita!”. Suele ser la guinda del día, una de las pocas cosas que te hacen salir de la rutina e incluyen las palabras “diversión” y “tiempo para ti” en tu agenda. Una más de las muchas virtudes que tienen los videojuegos, proporcionar un poco de felicidad incluso cuando no estás delante de ellos.
En mi caso y desde los últimos días, el flechazo ha sido algo más serio… En el desayuno, oficina, comida, reuniones, cena y prácticamente el resto mis quehaceres, ese sentimiento de bienestar que os comentaba antes se ha trasformado en un planeamiento estratégico constante, un viaje virtual al campo de batalla, un continuo asalto de dudas y problemas por resolver: ¿Ataco por la Línea Maginot o sacrifico Belgica?, ¿Puedo aguantar la embestida de los rusos?, ¿Necesito un acceso al Mediterráneo?, ¿Cuándo se pronunciará EEUU?
Mi cabeza está en un continuo proceso por conseguir un pretencioso e imposible objetivo, la conquista del mundo. Ese eterno objetivo de miles de videojuegos desde sus inicios, ya fuese por parte de villanos o protagonistas, se ha convertido a día de hoy en algo tan posible como real en cuestión de percepción y vivencia. El culpable de todo esto no es otro que Hearts of Iron 2, un viejo conocido al que decidí recientemente, darle una nueva oportunidad.
Lanzado por Paradox en el año 2005 y siendo suficiente para su correcto funcionamiento un veterano Pentium III 800, hace ya años que Hearts of Iron 2 adornaba mi estantería, sin más uso que el meramente estético. Cuando lo conocí por primera vez, sencillamente me asusté… Su género y temática me gustaban, estrategia bélica en tiempo real de la Segunda Guerra Mundial, pero no era el momento. El grado de compromiso que exigía era demasiado… no estaba preparado.
Hearts of Iron 2 es un juego duro, espeso, complejo a más no poder. Comenzar con una partida de prueba acabará seguramente en una completa frustración. El tutorial práctico es algo obligado y la pereza en este sentido no tiene lugar. Si queréis controlar sus miles de opciones y posibilidades, no queda más remedio que pasar por el aro. Si sois más ambiciosos y buscáis dominar esta bestia, serán cientos las horas que deberéis dedicar, las mismas que nuevas partidas os veréis obligados a empezar. No hay medias tintas… Pero si os armáis de valor y os preparáis como es debido, este juego os ofrecerá mucho más de lo que os podéis imagina
Por lo tanto, queda claro que al igual que a un niño no se le da El Quijote o El Nombre de la Rosa como primeras lecturas, este no es el juego ideal para iniciarse en el mundo de la estrategia. Hearts of Iron 2 es un juego para amantes de la estrategia. Siguiendo con la comparación inicial de relaciones y amores, este no es juego de una noche, es un juego de compromiso y sacrificio. Sabiendo esto, el factor más importante es el tiempo. Hearts of Iron 2 es un videojuego para ser jugado en su debido momento, cuando dispongáis de unos días (o semanas) de tranquilidad. Sus sesiones de juego son largas por naturaleza.
Si cumplís estos indispensables requisitos, estáis en disposición de trasladaros al año 1936, escoger una nación y marcaros vuestros propios objetivos: Que la Republica triunfe en la Guerra Civil española, unificar Sur America en una única y poderosa nación, imponer el comunismo en Europa o conquistar el mundo con el Eje o los Aliados son solo algunos ejemplos. El juego propone sus propios objetivos, pero una vez metidos en el campo de batalla de poco o nada valen. Seréis vosotros mismos los que decidiréis según vuestras ambiciones iniciales y posterior desarrollo de la maquina al control de vuestros enemigos, el devenir de la partida.
Solo es un juego, no le busquéis falsos significados, pero gracias a su elevado nivel de simulación y detallismo, en vuestras manos estará seguir o modificar la historia con un grado de satisfacción personal pocas veces visto. La ley del esfuerzo y recompensa elevada a la enésima potencia. A vuestra disposición se presentará un tablero del mundo cargado de información, ventanas y menús. Política, diplomacia, investigación, gestión, producción, recursos y estrategia bélica, serán algunos de los principales factores que tendréis que controlar, todos ellos ramificados con mil y una variantes y opciones.
Y lo dicho hasta aquí es una muy breve síntesis del porqué de mi retorno temporal a la cueva. Si Skyrim me enseñó de nuevo a amar a los videojuegos como antaño, Hearts of Iron 2 ha sido el juego que me corrobora que este amor incondicional no es ni mucho menos pasajero. Juegos como este hacen que un servidor ya entrado en los treinta disfrute tanto como antes, pero de una forma más profunda y madura.
Para todos los seguidores del género, evidentemente no puedo hacer más que recomendaros este grandioso videojuego. No le tengáis miedo, no hace falta ser ningún experto en la materia, aunque bien es verdad que unas buenas nociones de historia y experiencia previa os serán de gran ayuda. Sea como sea, lo que este título nos exige es dedicación, un concepto que parece ya olvidado por la industria. Todo un reto de los de antes a vuestra disposición.
¿Una prueba de tanta alabanza? Claro que sí, este artículo no es más que una pausa hasta que en breves minutos, mis tropas se introduzcan en Belgica sorteando así la Línea Maginot, vaya reforzando mis reservas de maquinaria bélica sin desplegarlas aún en la frontera rusa para no “dar señales” y encandile diplomáticamente a EEUU para que no participe en la guerra europea. Si consigo ganar el tiempo suficiente, mis investigaciones sobre la bomba nuclear darán sus frutos y la situación será muy diferente… Nos vemos chicos, ¡me voy al frente!
Lo probé en su día buscando nuevos títulos de estrategia, la verdad es que me gustó pero se alejaba algo de mis gustos y lo veía algo limitado en temática. Es uno de estos títulos que pasa con poca gloria y sin pena pero que rara vez se recuerdan.
Es una pena que este tipo de estrategia no esté de moda, porque se podrían sacar grandes videojuegos de esta temática ( de hecho recuerdo que ya en el Mega CD de Sega había un videojuego muy muy curioso para su época donde podías dominar el mundo y controlar las relaciones con todos los países).